Las voces de la mente
“Mi mente no se calla” ¿cuántas veces has escuchado a alguien decir esa frase? Yo, muchas. ¿Cuántas de esas veces, te lo ha expresado una persona que reconoce no gozar de salud mental? ¿Ninguna? ¡Exacto! Las personas que padecen enfermedades mentales temen compartir abiertamente su trastorno, ya sea bipolaridad, depresión, ansiedad, personalidad múltiple, entre muchos otros.
Qué pasa con nuestra sociedad, con nuestros círculos familiares, de amistad, donde podemos tener cerca de nosotros una persona a quien creemos conocer y que por temor a la crítica, rechazo o lástima, no comparte la batalla mental que está enfrentando todos los días. Imagina cuántos suicidios pudiéramos prevenir, cuánto se estaría avanzando en la conciencia de salud colectiva sobre cómo tratar, comprender y guiar a una persona que enfrenta la peor de las discapacidades: la mental.
Posiblemente esa persona de quien has pensado cosas como “quiere llamar la atención”, “si quisiera suicidarse, no lo anunciara tanto”, “que inmadura es”, “está loca qué le pasa”, es un embajador más de la falta de salud mental… ¿te sonó familiar? Si fue así, presta mucha atención a esa persona que vino a tu mente, y si existe la confianza suficiente acércate y déjale saber que no está solo (a), que te interesa saber más sobre la batalla mental o emocional que está viviendo.
Es tan difícil dimensionar el desgaste y la gravedad de quien padece una enfermedad mental, porque no existe en muchas de las ocasiones un efecto secundario físico, que denote la manera tan agresiva e inmediata en que un enfermo mental puede deteriorarse y eso es lo que nos impide ser más sensibles y consientes sobre este padecimiento.
¡Basta! Esta realidad es mucho más grave, seria y recurrente de lo que imaginas. Hoy hay alguien despertando deseando no estar vivo, agotado de luchar contra su mente cada segundo, y ese alguien puede tenerte a ti por amigo, tío, madre o esposo, ellos te necesitan ¡no los abandonemos!
Love You S.