Cuando la responsabilidad te frena
Cuántas veces tuviste que posponer tu sueños o metas por el deber ser o hacer. Pensabas irte a estudiar a otra ciudad, pero la culpa por dejar solos a tus padres lo impidió, tuviste que renunciar a tu trabajo para poder velar por la salud de alguien a quien amabas, cambiaste tus prioridades para ajustarte a las de alguien más. Cuando la responsabilidad te frena, tu vida se transforma.
Posiblemente nadie más reconozca tus esfuerzos, las decisiones que has tomado fundadas en la consideración, el amor y el deber o tal vez sí necesitas que alguien más sepa ver o valorar lo que dejaste ir, a lo que renunciaste y lo que tuviste que sacrificar. Pero… ¿y tú?
Apláudete tú, reconócete tú como un ser humano extraordinario, enorgullécete de la capacidad que tienes de redireccionar tu vida, de pausar tus decisiones, de reorganizar tus prioridades. ¿Es siempre justo? No. ¿Es siempre aceptado? Tampoco. ¿Vale lo mismo si lo hice por amor o por deber? Sí, porque al final lo hiciste.
Cuando la responsabilidad te frena, pareciera que el siguiente escenario será menos optimista que en el que estabas. Estoy segura que muchas de esas veces te has sorprendido favorablemente sobre lo que ocurrió cuando frenaste o pausaste tu vida a causa del deber. Y también sé que muchas veces te enfrentaste a situaciones que jamás te creíste capaz de sobrellevar y lo hiciste con honores.
Por eso mi insistencia en admirarte tú, halagarte tú y cuando puedas quitar de nuevo el freno no habrás perdido tiempo o vida, habrás ganado el estandarte de la voluntad, la resiliencia, la fortaleza y el amor. ¿Podré sentirme así al cumplir con mi responsabilidad? Espero que sí. ¿Valdrá la pena hacerlo? Depende de tu enfoque ¿Tú lo has hecho? Todavía no, pero alguien lo está haciendo por una de las personas que más amo. Para ti.