De qué te alimentas

De qué te alimentas. “Vivamos para dar buenos frutos”, fue una frase citada por Carlos Cuauhtémoc Sánchez en una de sus conferencias y la cual me hizo reflexionar sobre cómo vivimos el día a día, reconociendo que todos podemos ser una buena cosecha para alguien o para muchos.

Quiero compartirte de qué me alimento casi todos los días: al despertar trato de darme unos minutos antes de mirar el celular, tiempo para respirar y dar gracias. Mientras cocino o me arreglo me gusta escuchar predicaciones y mensajes que edifican mi vida emocional y espiritual. Siempre estoy en contacto con mi familia. Trato de disfrutar la naturaleza al menos una vez a la semana, hago ejercicio, escribo en mi mural de la gratitud casi cada noche, doy gracias de nuevo antes de dormir y duermo como bebé.

Este estilo de vida no siempre fue así, incluso ahora, hay días que no me apego de lleno a esta rutina y sufro los estragos. Con el paso de los años y de las diferentes situaciones que he vivido, mi rutina se ha ido ajustando a lo que mi alma va pidiendo para regalarme paz y plenitud. Tú también puedes hacerlo, pero primero debes preguntarte: ¿De qué te alimentas?

Te invito a que realices una pequeña lista donde identifiques lo que consumes cada día, ya sea a través de conversaciones con tus amigos o compañeros de trabajo, lo que estás viendo en la televisión o internet, el tipo de música que escuchas, las actividades que realizas, es decir a qué le estás dedicando el mayor de tu tiempo en tu día a día. Así podrás saber de qué te alimentas.

Tal vez ahora sepas por qué te has sentido un poco “desnutrido” anímica o espiritualmente estos últimos meses o semanas. Quiero recordarte que tu fruto es único y que tu cosecha puede ser muy buena, siempre y cuando cuides el alimento de  tu espíritu y tu mente. 

Así que te invito a que te alimentes sanamente, con buenos amigos, escuchando música que edifique, leyendo contenido que aporte buenos frutos a tu mente, dándole belleza y profundidad a lo que haces, conectándote con Dios… Y así tu alma comienza a encontrar el lugar que merece.

Dejar un comentario